Oswaldo Guayasamín, Los trabajadores, 1942.
Estimados amigos y amigas

Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.

Mientras Estados Unidos y sus aliados presionan a Venezuela, un poema del radical salvadoreño Roque Dalton (1935-1975) nos aclara la estructura de la política en América Latina. Dalton provenía de uno de los países latinoamericanos más pequeños, El Salvador, al que solía llamar pulgarcito. Poeta profundamente compasivo, Dalton fue también militante del Ejército Revolucionario del Pueblo, cuyas luchas internas le costaron su corta vida. El Salvador, como tantos otros estados latinoamericanos, lucha por escindir su soberanía de los tentáculos del poder de Estados Unidos. La horrible Doctrina Monroe (1823) parecía dar a Estados Unidos la presunción de que tiene poder sobre todo el hemisferio; «nuestro patio trasero» es la frase coloquial. Gente como Dalton luchó para acabar con esta suposición. Ellos querían que sus países fueran gobernados por y para su propio pueblo, una parte elemental de la idea de democracia. Ha sido una dura lucha.

Dalton escribió un potente poema – OEA – denominado así por la Organización de Estados Americanos (fundada en 1948). Es un poema que nos muestra ácidamente cómo la democracia es una farsa en América Latina. De este poema toma su título nuestro boletín esta semana.

OEA

El Presidente de mi país

se llama hoy por hoy Coronel Fidel Sánchez Hernández

pero el General Somoza, Presidente de Nicaragua,

también es Presidente de mí país.

Y el General Stroessner, Presidente de Paraguay,

es también un poquito Presidente de mi país, aunque

      menos

que el Presidente de Honduras o sea

el Genera López Arellano, y más que el Presidente

      de Haití,

Monsieur Duvalier.

Y el Presidente de los Estados Unidos es más Presidente de

      mi país

que el Presidente de mi país,

ese que, como dije, hoy por hoy,

se llama Coronel Fidel Sánchez Hernández.

Rafael Enriquez, Deuda Externa, OSPAAAL, 1983.
¿Es el presidente de Venezuela el presidente de Venezuela o es el presidente de Estados Unidos el presidente de Venezuela? Hay algo absurdo aquí. El colapso de los precios del petróleo, la dependencia de los ingresos petroleros, una guerra económica por parte de los Estados Unidos y complicaciones por el aumento de los costos del financiamiento han llevado a la hiperinflación y a una crisis económica en Venezuela. Negar esto es negar la realidad. Pero hay una gran diferencia entre una crisis económica y una crisis humanitaria.

La mayoría de los países en el planeta enfrentan crisis económicas: finanzas públicas en graves dificultades y enormes problemas de deuda afectan a los gobiernos de todos los continentes. La reunión de este año del Foro Económico Mundial en Davos (Suiza) se centró en la crisis de la deuda mundial – desde el déficit de casi un billón de dólares de los Estados Unidos hasta el peso de la deuda de Italia. David Lipton, del FMI, advirtió que, si las tasas de interés suben, el problema se agravará. «Hay papeles de deuda en manos de empresas y países que realmente no tienen mucha capacidad de pago, y creo que va a ser un problema».

La hiperinflación es un problema grave, pero las sanciones económicas punitivas, la confiscación de miles de millones de dólares de activos en el extranjero y las amenazas de guerra no van a salvar al socavado bolívar, la moneda venezolana.

Parlamento Europeo, Strasbourg, 2015.
La erradicación del hambre tiene que ser una política pública básica de cualquier gobierno. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), 11,7% de la población venezolana padece hambre. Las tasas de hambre en otras partes del mundo son mucho más altas, por ejemplo, 31,4% en África oriental. Pero la atención del mundo no se ha enfocado en esa grave crisis, que ha causado en parte la migración masiva a través del Mar Mediterráneo. La foto de arriba es del Parlamento Europeo en Estrasburgo donde, en 2015, activistas presentaron una lista con los 17.306 nombres de personas que han muerto tratando de cruzar el Mediterráneo (el número se acerca ahora a las 40.000 personas ahogadas). Los miembros del Parlamento Europeo tuvieron que caminar sobre estos nombres impresos para ir a su sesión. Son muy duros con su actitud de empezar una guerra contra Venezuela, pero extremadamente displicentes sobre las graves crisis en África y Asia que mantienen estable el flujo de migrantes.

El gobierno de Venezuela tiene dos (entre una serie) de políticas principales para atacar el problema del hambre:

  1. Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP). Formado por grupos locales de vecinos que cultivan alimentos y también los reciben de productores agrícolas. Distribuyen estos alimentos a unos seis millones de familias a un costo muy bajo. Actualmente las cajas de los CLAP se envían cada 15 días a los hogares.
  2. Plan de Atención a la Vulnerabilidad Nutricional. Las personas más vulnerables en Venezuela, 620.000, reciben asistencia. El Instituto Nacional de Nutrición ha estado coordinando la entrega de alimentos a la mayoría de las municipalidades del país.

Son programas útiles pero insuficientes. Hay que hacer más, eso está claro. A través de los CLAP, el gobierno venezolano distribuye unas 50.000 toneladas de alimentos al mes. La «ayuda humanitaria» que Estados Unidos ha prometido asciende a 20 millones de dólares, lo que supondría la compra de unas miserables 60 toneladas de alimentos.

4 1er batallón de PSYWAR (Guerra Psicológica) de Estados Unidos reparte carteles anticomunistas en Santo Domingo, 1965

Democracy Now, February 19, 2019.
Respecto al tema de la «ayuda humanitaria» a Venezuela, la prensa internacional se ha vuelto repetidora acrítica del Departamento de Estado de Estados Unidos y de la CIA. Se centra en las afirmaciones falsas del gobierno estadounidense de que quiere entregar una ayuda, que los venezolanos rechazan. Los medios de comunicación no se fijan en los hechos, inclusive este de que 20 millones de dólares es un gesto humillante, una cantidad destinada a «demostrar» la crueldad del gobierno venezolano y entonces, tratar de derrocarlo por todos los medios posibles. Esto es lo que hizo el gobierno estadounidense en República Dominicana en 1965, enviando ayuda humanitaria acompañada de infantes de marina estadounidenses.

Los Estados Unidos han utilizado aviones militares para llevar esta modesta ayuda, la han colocado en un depósito y luego dicen que los venezolanos no están dispuestos a abrirles un puente sin uso. Todo el proceso es teatro político. El senador estadounidense Marco Rubio, fue hasta ese puente – que jamás ha sido inaugurado y nunca ha funcionado – para decir de una manera amenazante que «la ayuda va a llegar» a Venezuela sea como sea. Estas son palabras que amenazan la soberanía de Venezuela y alimentan la idea de un ataque militar. No hay nada humanitario aquí, como señalé en un debate en Democracy Now esta semana.

Si no nos dejan respirar, no los dejaremos respirar. Puerto Príncipe, Haiti, 2019. Ph: Hector Retamal.
El término «humanitario» ha sido despojado de sentido. Ahora ha pasado a ser un pretexto para destruir países. «Intervención humanitaria» fue el término utilizado para destruir Libia; «ayuda humanitaria» está siendo utilizado para hacer sonar tambores que anuncian una guerra contra Venezuela.
Mientras tanto, olvidamos la solidaridad humanitaria ofrecida por el gobierno venezolano a naciones y poblaciones más pobres. ¿Por qué Haití está en llamas ahora? Había recibido de Venezuela petróleo a precio reducido a través de PetroCaribe, un programa establecido en 2005. Hace una década, Venezuela ofreció petróleo en condiciones muy favorables a todas las islas caribeñas, de modo que no sean otra mina para las empresas monopolistas y del FMI. La guerra económica contra Venezuela ha significado un declive de PetroCaribe. Ahora el FMI ha vuelto a exigir el fin de los subsidios al petróleo y las empresas petroleras monopolistas han vuelto a exigir pagos en efectivo antes de entregar el petróleo. El gobierno de Haití se vio obligado a votar en contra de Venezuela en la OEA. Es por esto que ese país está en llamas (para más información sobre este tema, por favor lean mi informe). Si no nos dejan respirar, dice el pueblo haitiano, no los dejaremos respirar.En 2005, el mismo año en que Venezuela estableció el programa PetroCaribe, creó el programa PetroBronx en Nueva York (EE. UU.). La terrible pobreza en el sur del Bronx galvanizó a grupos comunitarios como el Colectivo de Arte Rebel Diaz, Green Youth Cooperative, Bronx Arts and Dance y Mothers on the Move.

The PetroBronx Story (Spanish).
Trabajaron con CITGO, la subsidiaria petrolera del gobierno venezolano en Estados Unidos para desarrollar un mecanismo cooperativo para hacer llegar gasóleo para la calefacción de las casas. Ana Maldonado, una socióloga que actualmente trabaja con el Frente Francisco de Miranda (Venezuela) fue una de las participantes en el proyecto PetroBronx. Ella y sus amigxs crearon North Star una organización comunitaria que ayudó a distribuir los recursos a personas muy pobres en los Estados Unidos. «La gente tenía que usar sus abrigos dentro de sus casas durante el invierno», me dijo. Eso era intolerable. Por eso Venezuela entregó gasóleo para calefacción subsidiado a los pobres en Estados Unidos.

Josh MacPhee, Malcolm X, Just Seeds.
El sur del Bronx y Harlem, las privaciones generadas por el racismo, todo esto es territorio familiar en América Latina. En 1960, Fidel Castro fue a Nueva York para participar en una reunión de las Naciones Unidas. Le negaron el alojamiento en un hotel de la ciudad. Malcolm X, un líder de la comunidad afroamericana acudió en su ayuda y llevó a la delegación cubana al Hotel Theresa, en Harlem, cuyo dueño – Love B. Woods – dio una cálida bienvenida a Fidel y sus compañerxs. Cuatro años después, en una reunión en Harlem, Malcolm X dijo, en relación con su encuentro con Fidel, «No dejen que nadie más nos diga quienes deben ser nuestros amigos ni quienes deben ser nuestros enemigos».

Cordialmente,

Vijay.

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